martes, 22 de febrero de 2011

CARTA A LA MONARQUÍA ORIENTAL 5: "El séptimo primera"


Asegúrese de haber leído (y entendido) la entrada anterior a este BLOG “Carta a la monarquía oriental 1,2,3 y 4" para poder conocer mejor y entender el intríngulis de las aventuras y desventuras de Borjita Perdiz Colorado.


Nuestra decepción se hizo patente de inmediato cuando, abriéndonos la puerta del séptimo primera, (de la cual teníamos grandes expectativas en cuanto a la resolución de los crímenes acontecidos en mi hogar) apareció un cadáver parlante que pesaba unos doscientos cincuenta gramos y del tamaño de un niño de siete años.
-Buenas tardes caballero y hermosa damisela –Dijo dejando la vista perdida en el turgente busto de mi acompañante- Sean ustedes bienvenidos a la residencia de la tercera edad, La fraternidad. – Y dicho esto abrió los brazos y genuflexionó las rodillas para invitarnos a pasar.
-Buenas tardes pequeño hombrecillo arrugado –Dije accediendo a su invitación y adentrándome en una claustrofóbica recepción que olía a lejía. –Yo y mi atractiva acompañante, venimos a dar conferencias y ponencias sobre Dios todopoderoso y el reino de Jehová.
-Claro, claro. Mi nombre es Gregorio Champiñón y soy el director de este centro. Pasen primero a parlamentar a mi despacho y luego ya nos reunimos con los pacientes –Y con una risa enlatada que sonaba a bronquitis terminal, añadió -bueno, los que hayan sobrevivido al cloroformo para la siesta.
Nos hizo entrar en un pequeño habitáculo sin ventanas y con aroma a humedad.
Nos preguntó que queríamos beber, a lo que yo respondí “un biterkas” y Agus “un tinto de verano, largo de tinto”.  Él se disculpó explicando que con las inexistentes ayudas que obtenían del gobierno y las pocas plazas solventes que estaban ocupadas en ese momento, podía ofrecernos agua del grifo y pan duro a lo sumo. Así que conformándonos con la miseria ofrecida, nos dispusimos a averiguar cosas sobre el lugar.
-¿Y reciben muchas visitas los viejunos? –Dijo Agus frotándose el escote para intentar accionar el botón de la grabadora.
Este gesto erótico nos dejo trastocados a mí y a Don Gregorio, quedándose este último, en un estado de parálisis vegetal momentáneo.
-Nos gustaría saberlo, porque nos llevamos comisión según los feligreses que captemos…  -Dije yo aproximándome al cuerpo incandescente y cogiéndole el pulso para verificar que seguía con vida.
-Sisi, perdonen…cofcof… es que me he despistado… ¿De qué estábamos hablando?
En ese mismo momento, entró en el despacho un jugador de rugby disfrazado de enfermera.
-¿Señor director, puedo hablar con usted en privado?
-Disculpen ustedes. Margarita no me  llamaría si no fuera un asunto urgente. Vuelvo en tres minutos.
Y se alejaron los dos cuchicheando por el pasillo.
Habiendo en mi familia casos serios de hombres calzonazos, y siendo un gran antecesor de ellos, pedí permiso a Agus para ir al servicio cosa que me concedió sin trabas.
Siguiendo las indicaciones que me dio una anciana senil que jugueteaba con la dentadura postiza de alguna otra persona prehistórica, fui directo a evacuar las aguas menores que apretaban mi vejiga.
Una vez llegué al baño y adentrándome ya en mis labores orgánicas, escuché por el respiradero del retrete una conversación que se estaba  llevando a cabo en la sala contigua, identificando las voces del director y del travestido profesional de futbol americano con cualidades de enfermería.
-Señor, hoy no han venido a buscar a Marcelino. Es raro, siempre vienen puntuales a las seis y media y ya son las siete
-Sí que es extraño sí… Hoy venía a buscarlo Aureliano Palomares para llevarlo a la boda de los señores Cucal. Será mejor que Llame a su hija Bonifacia para ponerla en aviso.
Caminé a paso rápido por el pasillo esquivando andadores para tomar ventaja a Don Champiñón, e intentar poner en antecedentes a mi flor de lis sobre las averiguaciones con las que me había topado (y esperando recompensa sexual por tal hazaña), encontrándome de repente con su trasero respingón que asomaba por encima del escritorio del director de ese centro de reliquias antropológicas.
-Aquí no hay más que gente deprimente –Dijo su voz saliendo de entre las nalgas fucsias. –Es como buscar una puta aguja en casa de un chatarrero.
-Agus, escúchame – Pronuncié entre jadeos- creo que he dado con una pista, no tengo tiempo de contarte nada. Tú únicamente sígueme el rollo.
Cuando Don Champiñón volvió a entrar en la sala, nos encontró tranquilamente sentados en las butacas de polipiel conversando como dos sectarios cualquiera un martes a media tarde.
-Oiga Don Gregorio, se nos hace tarde y a parte de nuestro cometido con Dios, nos sacamos unas perrillas libres de impuestos trabajando para Don Aureliano. Así que si es usted tan amable tráigame al entrañable abuelete y la dirección del bodorrio que se nos hace tarde y no está el horno para bollos… y ya mañana, si eso, volvemos con un powerpoint santificado para profundizar más sobre el tema.
 -¿Ah, son ustedes los encargados? –Dijo el hombre sin ni una sospecha, ni media- tome nota y espere que ahora aviso a Margarita para que traiga a Marcelino.
Margarita llegó a los diez minutos con un fósil calvo, rancio y enclastado en una silla de ruedas.
-Vigilen ustedes al hombre, que últimamente le están dando brotes de demencia senil.
-No se preocupen, el vejestorio está a salvo con nosotros. ¿Hay que darle alguna mierda para que se duerma? –Dijo con sutil delicadeza mi defensora de la ley, dejando ojipláticos tanto a Gregorio como a Margarita.
De repente, y contra todo pronóstico, Marcelino dio señales de vida.
-¿Me he muerto y Dios es una prostituta? –dibujando en su extraño rostro algo parecido a lo que antes fue una sonrisa…


viernes, 11 de febrero de 2011

CARTA A LA MONARQUÍA ORIENTAL 4: " El informólogo"




BARCELONA
HALLAN UN HOMBRE MUERTO EN UN PISO CALCINADO DE LA PLAÇA DEL PÍ.
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“El sospechoso del asesinato huyó a plena luz del día, mientras las fuerzas de seguridad veían la retransmisión del partido Barça-Madrid.”
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EFE / EL INFORMÓLOGO - Alvarita - 09/02/2011  
Un crimen pasional podría ser la causa de la muerte de Aureliano Palomares Iglesias, que fue hallado ayer muerto de un disparo y calcinado, en el quinto piso sin ascensor del edificio número 11 de la plaça del Pí.
Según los Mossos d’Esquadra, la prueba de ADN practicada al chamuscado cadáver ha confirmado la identidad de la víctima, director jefe de la Asociación de Bares de Garrafón (AGB) y también profesor del curso de efepé “Cómo convertir colonia Nenuco en ginebra Beefeter”.
Los hechos ocurrieron a las dieciséis cero cero de ayer cuando la víctima, por motivos desconocidos, se hallaba en  el domicilio de Borja Perdiz Colorado sito en la Plaça del Pí. El principal sospechoso, el mismo Borja Perdíz (que tiene antecedentes por robo y delitos menores) está en paradero desconocido desde que huyó del lugar del crimen aprovechando que las fuerzas de seguridad y orden público se encontraban sintonizando el canal para ver el Barça Madrid más esperado “Nos merecíamos verlo, trabajamos muy duro” dijo el portavoz del cuerpo policial.
Una vez se terminó el encuentro con la consecuente victoria del equipo catalán, los investigadores de olores corporales de los Mossos decidieron celebrarlo tirando unos petardos que entraron accidentalmente en el lugar de los hechos, iniciando así un foco de fuego que se propagó por todo el edificio “nos merecíamos celebraro, trabajamos muy duro” comentó el mismo portavoz del cuerpo del orden.
 Las cosas se complicaron más, cuando efectivos de los Mossos d’Esquadra, la Guàrdia Urbana y los servicios de emergencias tuvieron que socorrer a todo el vecindario de una intoxicación de cannabis aguda generada por el humo de un cultivo de marihuana ilegal que había en el edificio, y que estos  inhalaron involuntariamente “la gente tenía la boca seca y atracaban los badulaques… era como una serie de terror”. Esta mañana un equipo de psicólogos voluntarios ha ido al lugar para dar su apoyo psicológico a las familias de los afectados por el narcótico ilegal.
Aunque los Mossos d’ Esquadra mantienen abiertas todas las hipótesis para tratar de esclarecer el móvil del crimen y a su autor, tienen pocas esperanzas de encontrar pistas de entre las cenizas.
Informa Alvarita Alcahueta Fernández

martes, 1 de febrero de 2011

CARTA A LA MONARQUÍA ORIENTAL 3: "la calle camelias"






Asegúrese de haber leído (y entendido) la entrada anterior a este BLOG “Carta a la monarquía oriental” , y la posterior "Carta a la monarquía 2" para poder conocer mejor y entender el intríngulis de las aventuras y desventuras de Borjita Perdiz Colorado.

Después de haberme administrado a mí mismo (y sin queja ninguna) el narcótico que me había proporcionado tal defensora de la ley, mi  Venus de Milo habló de nuevo.
-Oye tontito, será mejor que bajemos a oscuras y sin hacer ningún ruido ¿dacuerdo?… Mira, tendría que detenerte ahora mismo y llevarte a comisaría cagando leches para someterte a un trece quince (interrogatorio con puñetazos en el estómago), pero no me viene bien porqué a las ocho tengo que ir a buscar a Froilán y aún tenemos que hacer una visitita a la calle camelias… ¡Ah! Y no hagas ninguna tontería que te corto las pelotas tan pronto como canta un gallo, ¿estamos?
Asintiendo yo como un inocente corderito, me distraía en la oscuridad adivinando su respingón trasero mientras bajábamos en escrupuloso silencio las escaleras (exceptuando cuando las palabras “me-cago-en-dios-que-mato-a-tol-mundo” salían de su tierna boca cada vez que se torcía un tobillo debido tanto a sus enormes tacones, como a los desiguales peldaños del edificio que olía a orín).
Cuando por fin llegamos al portal, la primera hora de la tarde se colaba en forma de luz a través de los cristales de la puerta de entrada. Ya pudiendo dedicarme a su trasero turgente con más calma y visibilidad, me aguó la fiesta diciéndome que teníamos que encontrar algún sistema de camuflaje para poder salir de allí. Solo encontramos dos plantas de marihuana que algún vecino de conducta sospechosa cultivaba en el portal, detrás de las escaleras (pareciera que los habitáculos de aquella infraestructura construida, carecían de metros cuadrados útiles con los que poder delinquir tranquilamente).
Dejamos los tiestos con el ilegal cultivo delante de la puerta con la intención de escondernos detrás, e ir avanzando lentamente. Una vez empezamos con los malabarismos, observamos que todos nuestros esfuerzos para no ser descubiertos eran en vano, ya que ese mismo día a esa misma hora se disputaba el Barça-Madrid más esperado, y los agentes de la ley estaban tan ocupados haciendo un puente en la antena del edificio de enfrente para empalmar una tele de plasma y poder ver el partido, que podríamos haber salido en pelotas con la cabeza del muerto en una mano y cantando “bailar-pegados-no-es-bailar” en medio de la vía pública, que nadie hubiera reparado en nuestra presencia.
Nos metimos en el Citröen Berlingo de Agus, y con dos trompos y una derrapada estacionamos enfrente de la calle Camelias número doce. El efecto del narcótico por vía nasal que me había metido hacía escasamente una hora, me estaba acelerando el ritmo cardíaco y mejorando mi sociabilidad. Así que levantándome las solapas de la camisa, decidí que ya había llegado el momento de camelarme a mi gacela y dejar mi virginidad en la parte trasera del automóvil.
-¿Agus, como haremos para entrar en la propiedad? –Dije, intentando empapar mi cara de suspense, preocupación y atractivo, y pasando el brazo por encima de su apoyacabezas. Carraspeé un poco para bajar dos grados mi tono de voz, y en plan Nicolasqueich añadí – ¿Quieres que hagamos un allanamiento de morada?
-A ver mindundis,  como me vuelvas a llamar Agus o a aproximarte a menos de veinte centímetros de mi, te meto un tiro de tan cerca que te depilo el entrecejo…  -Y suspirando por la lágrima que se había deslizado por mi mejilla, causada por su despiadado moco, salió del coche adentrándose en el oscuro portal.
Sacó el papelito de entre el tirachinas y la carne, y picó al séptimo primera mientras me apartaba a un lado del interfono.
-Buenos días, mi nombre es Gertrudis Buenpastor y pertenezco al gremio “Marujas felices con Thermolux”, ¿Sería tan amable de dejarme entrar a su humilde piso para que le haga una demostración de tan increíble máquina?
De entre las paredes de ladrillos, sonó una voz masculina confusa y metálica.
-Mire usté, no podría interesarme menos…
Sin rendirse, se colocó bien el escote y volvió a picar.
-Buenos días… ejem… se ha cortado la conexión… Quería decirle que seguramente no conoce la Thermolux, la máquina inteligente que se encarga tanto de llamar a la pescadería, como de introducir en el aparato los elementos necesarios para hacer crema de besugo con rape, higos y altramuces.
La voz metálica volvió a interrumpirla esta vez con un tono más agudo:
-Disculpe señorita, pero hace unas semanas vino también una chica de buen ver y con las faldas muy cortas vendiéndome una thermomix que me costó un ojo de la cara. Me dijo que hacía pan con solo mirarla y ¿Sabe qué? Me pasaba el día mirándola y lo único que hacía era acumular polvo. Al principio pensé quizá las motas de polvo eran migas de pan, así que deslice mi lengua por el artilugio para constatar mis averiguaciones, ¿pero a que no sabe qué pasó? Pues que me puso la glotis del tamaño de un escroto porque soy yo alérgico a los ácaros y al polen, teniendo que pincharme en urgencias adrenalina directamente en la ingle ¡así que coja su chatarra y métasela por dónde le quepa!
Y volvió a colgar dejando a Agus hecha un basilisco, chillando improperios e insultos estilo “maricojonudogiliputariano” y rebuscándose el revólver en sus pechugas con la cara roja como un tomate. Le invadió un histerismo tan grande, que se convirtió en el espectáculo de los viandantes que pasaban e esa hora por allí. Algunos, desafortunadamente, acompañados de menores de edad.
Para no levantar sospechas y sabiendo yo de recursos callejeros rápidos, me dispuse a pedir monedas aclarando que se trataba de un espectáculo teatral que estábamos ensayando, y del cual necesitábamos fondos para poder estrenar. Los transeúntes picaron, algunos dejándome calderilla y otros susurrándome al oído que me deshiciera de  la chica porque sobreactuaba.
Una vez Agus se hubo calmado y limpiado la espuma que le salía de la boca, y quedándome aún intermitentes efectos corporales del alucinógeno en mi cuerpo, le dije que me dejara intentarlo a mí. Subió sus hombros, como queriendo decir “por-mi-como-si-te-mueres” y volviendo a pulsar el botón del interfono, me reencontré de nuevo con la voz enlatada del séptimo primera.
-¿Diga?
-¿Buenas tardes, puede usted abrirme? – Dije atándome una corbata ficticia para entrar mejor en el papel. - Somos testigos de Jehová que venimos a hablarle durante horas sobre Dios, los testigos de Dios, Jehová, los testigos de Jehová que picamos a los interfonos, y como poder ir directo al cielo y sin pagar peajes.
-MMMMMMeeeeeeeccccccc  

La puerta se abrió, haciendo que Agus volviera a meterse el revólver en la pechuga.